viernes, 26 de noviembre de 2010

El dualismo cartesiano mente-cuerpo





En la filosofía de Descartes, el hombre es un compuesto de res cogitans y de res extensa, y también es el lugar en el que confluyen el aspecto teorético y el aspecto práctico de la realidad. El cuerpo obedece a las leyes mecánicas propias de un universo lleno, sin vacío (el plenum), en donde se dan relaciones por contigüidad. En la teoría mecánica cartesiana se postula la existencia de unos movimientos circulares con forma de torbellinos que actúan engranados unos con otros.

En el Tratado sobre el hombre, el cuerpo humano es considerado como una máquina (en su anatomía y su fisiología) parecida en todo a los animales, que, para Descartes, son auténticos autómatas.

De este modo, el problema central de la filosofía del hombre cartesiana es el de cómo el alma, lo inextenso, lo pensante, se relaciona con el cuerpo, con lo extenso, con esa realidad mecánica.

En Las pasiones del alma, el hombre aparece teniendo pasiones, afectos, que proceden del alma y disponen al cuerpo de una cierta manera. En esta obra, sobre todo en su primera parte, Descartes explica los comportamientos del cuerpo en términos de causalidad mecánica hasta donde puede. En los artículos 4, 5 y 7, todo lo que el cuerpo hace se explica en virtud del cuerpo mismo como una máquina más (la «máquina del cuerpo»). El movimiento de las partes del cuerpo, por ejemplo, es explicado por las relaciones causales, contiguas, mecánicas, que partiendo de la sangre se transmiten al cerebro y de éste a los nervios para acabar en los músculos. Así, los músculos se mueven por la acción de ciertos nervios que son como tubos que contienen una especie de aire o viento sutil: los llamados «espíritus animales», que, en Descartes, a pesar de su nombre, son considerados también materia corpórea. Esos «espíritus animales» se producirían en el cerebro a partir de la sangre, y son cuerpos muy pequeños que se mueven con extrema rapidez.

Cuando el cuerpo humano muere, esa muerte no se explica causalmente porque el alma se separe del cuerpo. Es el cuerpo el que muere de un modo autónomo, por razones de su propia corporeidad y, una vez que muere, entonces el alma se separa. Es, por tanto, el alma la que está subordinada al cuerpo.

Los «espíritus animales» mueven el cuerpo y, además, comunican al alma la información que viene de los sentidos, que llega del mundo exterior. En algún texto, Descartes dice que el alma está unida a todas las partes del cuerpo. Pero en otros lugares afirma que hay una parte del cuerpo, una parte del cerebro, en la que el alma ejerce sus funciones de modo más particular: esa parte parece ser la glándula pineal, glándula muy pequeña situada en el centro del cerebro. Esta glándula sería movida por el alma y, a la vez, sería ella misma capaz de mover el alma de algún modo. El privilegio de la glándula pineal parece tener que ver con las circunstancias de que es muy pequeña y de que está en el centro del cerebro en una posición que asegura la simetría.

Espinosa, en su Ética, reprocha a Descartes que es imposible entender cómo la res cogitans puede mover la res extensa y viceversa, ya que, en ese contexto, apelar a la contigüidad carecería por completo de sentido. En la filosofía de Espinosa, el alma es una misma cosa con el cuerpo y los afectos son imposibles sin él.

Al final, en Descartes, la unidad entre el alma y el cuerpo es algo que se postula, se entienda mejor o peor. Es un postulado en función de la práctica, en función de la conservación del propio cuerpo y de la posibilidad de la vida moral, y esto no es una explicación en términos mecanicistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario